Aminta Noemi Pacheco Llinas
UNA ALABANZA

Pseudónimo: Azalea

Hoy debo cantar una alabanza a la mujer que me diera tanto de ella misma, a la que modelara mi existencia con cariño, a la que me arrullara entre sus brazos cuando niño y me llenara de bendiciones y caricias.

Hoy debo cantar una alabanza a la que velara de pie junto a mi cuna, a la que enjugara mi llanto sin tardanza y viera en mí a la más linda criatura.

Cantaré una alabanza a quien cuidara de mí cuando pequeño, a la que contemplara mis juegos inocentes y alimentara mis fantasías y mis sueños.

Hoy debo cantar una alabanza a quien sufrió tanto cuando yo partiera, a la que esperara con ansia mi regreso, cuando joven marchara a la trinchera.

Cantaré una alabanza a aquella que nunca se durmiera sin saber que su hijo amado de conocer el mundo no volviera.

Cantaré una alabanza a ella, quien tuvo siempre frases de cariño y alegre recibiera a un pequeño entre sus brazos, vástago angelical de su querido hijo.

Hoy debo cantar una alabanza a la hermosa madre que, con cabello cano, reza día a día por el amor de sus entrañas: sí… por su hijo amado.

Cantaré una alabanza a ti, mujer incomparable, y quiero gritar que te amo tanto, que se escuche mi grito hasta aquel valle.

Que se oigan los trinos de la alondra, que se escuche de los ángeles el canto, que se abran de las flores las corolas y todo aquel que ame… ¡rompa en llanto!